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DESDE ARGENTINA

Por Carlos Madama - Buenos Aires, Argentina.

El que sabe, sabe; y el que no, es Rey…

¿Realmente alguien cree que a los gobernantes les interesa el bienestar del pueblo?

Estadísticamente, y a los resultados finales me remito,  está comprobado que la mayoría de los que llegan al poder, lo toman como la cristalización de sus ambiciones personales y no hay nada que les importe más.

Hay una canción muy popular en Argentina donde en alguna de sus estrofas simboliza lo antedicho.

“Yo era el rey de este lugar/aunque muy bien no lo conocía/me habían dicho que atrás del mar/el pueblo entero pedía comida/no los oí, que vil razón/les molestaba su barriga/yo era su rey, así lo dijo Dios/yo era el amor, la luz divina”

Apoderarse de un lugar predestinado para ejercer derechos igualitarios para todos, se ha convertido sistemáticamente en una escalera individualista que lleva indefectiblemente, al cielo de la riqueza personal y al infierno de las condiciones morales.

Y el hecho de creerse el rey del sistema sin siquiera saber absolutamente nada sobre el manejo de la economía ni de los recursos del país, hace que lo único que crezca es el patrimonio personal de los que deberían cuidar a quienes los votaron y a los otros, que no por hecho de no haber ganado se merecen ser castigados por la presión indiscriminada de los neófitos de turno.

En muchos de los países de Latinoamérica hay pseudo reyes que se han apropiado del sillón presidencial y a los que no les importa nada de nada. 

Nicaragua, Venezuela, Cuba son tres claros ejemplos de apoderamiento del poder sin importar las necesidades de los pueblos. Daniel Ortega, Nicolás Maduro y Miguel Díaz Canel son los monopólicos que manejan la constitución de sus países como si fuera un cuaderno de apuntes, incluso con faltas de ortografía; y detrás de ellos existe una lista grande de obsecuentes que los endulzan y se convierten en títeres al servicio de quienes manejan los hilos perjudicando a millones de habitantes que esperan y merecen medidas que les haga más sana y placentera la vida que les ofrecen estos déspotas.

Y si bien, y gracias a Dios, no todo es así, existen otros estados donde las poblaciones viven relativamente bien y sin tantas penurias ni opresiones. En muchos abunda el trabajo, en otros se regala la educación y la salud y en otros se respeta al ser humano como lo que es y merece. 

En otros, las necesidades son comunes, pero la voluntad popular por crecer cuenta con el apoyo de quienes mandan, pero que no por eso dejan de enriquecerse. 

Un estudio presentado recientemente por la Organización No Gubernamental “Salvemos a los pueblos” presenta un trabajo a nivel mundial y haciendo hincapié en los países de Latinoamérica, demuestra que al momento de retirarse de la función, el crecimiento personal de los mandatarios supera ampliamente a las declaraciones juradas presentadas en el inicio de sus funciones y claramente se engrosa más cuando éstos se perpetúan en el cargo como es precisamente lo que hacen los dictadores. 

El resto, sin llegar a más de una gestión, también superan en mucho sus patrimonios, mientras que los pueblos sufren el hambre de sus avaricias.

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Carlos Madama

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